¿A Quién Estás Escuchando?
Poco después que el Señor se levantó de los muertos y se mostró a cientos, la iglesia vivió un tiempo de avivamiento, de milagros por todas partes; había miles de personas en la iglesia, pero las finanzas comenzaron a disminuir. Un hombre llamado José vendió una propiedad, y entregó el dinero de la venta. Ananías y Safira quisieron seguir su ejemplo; pero, en el camino, una segunda voz les habló, y comenzaron a pensar: No tenemos que darlo todo. Y la línea favorita del diablo es esta: Nadie nunca va a saber. ¡Eso sí que puede meterte en problemas! Es bueno que todo el mundo sepa todo. Pero ellos dijeron: Guardemos un poco. Y Pedro les dijo: ¿Por qué le mintieron al Espíritu Santo? Ananías debe haber pensado que Safira le dijo algo, ¡aquello debía ser un secreto! Y el profeta le dijo: Vas a morir ahora. Y vino Safira, y Pedro le preguntó si habían dado todo en aquella ofrenda, a lo que ella respondió que sí, por lo que le hizo la misma pregunta que a Ananías: ¿Por qué le mentiste al Espíritu Santo? Tú también vas a morir. Y así ocurrió.
En un momento dado, Israel entró a Jericó; Dios habría de entregarles toda la tierra prometida, pero de esa primera ciudad, toda la riqueza tenía que ser separada para Dios. Dios cree en los diezmos. Antes de que tuvieran acceso al resto de las riquezas, los primeros frutos debían ser separados para Dios. Cuando llegan a Jericó, Acán entró en la ciudad, y vio oro, plata, vestidos preciosos; y tomó de aquello. ¿Qué diferencia hacía aquello entre tanta riqueza? Nadie siquiera lo notó. Ahora, llegado el momento de batallar contra la pequeña ciudad de Ay, al lado de Jericó, el pueblo de Israel fue prácticamente empujado hacia atrás, orillado al río nuevamente. El pueblo de Israel había tomado Jericó, una ciudad grande; pero no pudieron con una pequeña ciudad.
La iglesia es un cuerpo. Si tu mano tiene cáncer, y te preguntan si tienes cáncer, no vas a decir que no; no vas a decir: Mi mano tiene cáncer, pero yo no. Si una parte del cuerpo sufre, todos sufrimos. Si una parte del cuerpo es honrada, todos somos honrados. En una iglesia, aquellos que no diezman, halan al resto del cuerpo fuera de la cobertura de Dios. Si uno sufre, todos sufrimos. Somos un cuerpo, y sabemos que la Biblia enseña acerca de los diezmos; de principio a fin, nos habla acerca del diezmo. Pero, aun así, cuando no lo hacemos, pensamos que es asunto nuestro, pero es asunto del cuerpo porque, cuando somos un cuerpo, lo que uno hace, afecta al resto.
Lo que Acán hizo, parecía algo insignificante. Fue cosa de un solo hombre, pero todo un pueblo perdió su próxima batalla. Hay batallas delante de ti que tienes que pelear, hay más guerras afuera que tienes que ganar; y Dios ha dicho que te va a dar toda la protección que necesitas, te va a dar los recursos, pero necesitamos los cielos abiertos. En esta tragedia, en esta crisis financiera que viene sobre la Tierra, los hijos de Dios necesitamos cielos abiertos. Tenemos que tener cielos abiertos sobre nosotros.
Pero, cuando vas a diezmar, viene una segunda voz: Deja esto para después. Y te dejas llevar. Y entonces todos sufrimos. El sufrimiento tiene que parar. Es tiempo de victoria. Y tu victoria no es una política o de una industria, sino que es una victoria espiritual, que viene para los cielos abiertos sobre tu vida.
Al apóstol Pablo se lo estaban llevando para Roma a ver a César, en un barco. No era un momento seguro para zarpar. Incluso, Pablo les dijo que no siguieran, porque sufrirían grandes pérdidas; pero el capitán del barco dijo que todo estaría bien. Debemos tener respeto por los líderes en la nación, por ejemplo; pero, cuando se trata de escuchar lo que los oficiales electos dicen, por encima de lo que los líderes ungidos dicen, tú debes escuchar lo que dicen los líderes ungidos por Dios. Pablo dijo que no salieran, pero el dueño del barco dijo que todo estaría bien; y sufrieron el más devastador naufragio; todo se perdió, casi perdieron sus vidas.
Los presidentes de nuestras naciones nos han metido en tantas deudas, que las naciones están temblando. Los líderes sociales han tenido su oportunidad, y nos están llevando al naufragio. Pero Jehová Dios todavía cancela deudas. Él puede sacar a su pueblo de deudas. Él puede resolver esos problemas que tienes en tu mente; preguntas como: ¿Cómo voy a educar a mis hijos? ¿Qué voy a hacer si me corren de mi trabajo? Hijo de Dios, si fueras libre de deudas, esos problemas seguirían siendo problemas, pero no tan grandes. La gente que no tienen deudas personales puede hacer cosas que tú jamás has imaginado; y puede pasarte a ti también.
En Mateo 16:21-23, vemos el momento en que Jesús explica a sus discípulos que debía ir a Jerusalén, y allí morir, y que resucitaría al tercer día; a lo que Pedro argumentó: En ninguna manera esto te acontezca. Entonces, Jesús le dijo: ¡Apártate de mí, Satanás! Este fue el mismo problema que comenzó todo en el huerto del Edén; una segunda voz. La serpiente le dijo a Eva: No vas a morir. Miles de años después, Jesús dice: Voy a Jerusalén y, cuando muera allí, me voy a levantar otra vez, y el hombre vivirá de una nueva manera; el hombre no morirá para quedar en la tumba, sino que serán resucitados a una nueva vida. Pero Pedro dice: No vas a morir. Entiende esto: La segunda voz nunca se calla. Nunca. Pero tú nunca más en tu vida escucharás la segunda voz, sin saber lo que está pasando. Tú vas a tener que confrontar a esa segunda voz. Desde este día, vas a saber a quién le estás hablando. Está allá afuera esperando; cada decisión, cada movida que vas a hacer, ahí está esa segunda voz.
Dios te quiere al frente de tu familia; quiere que tengas empresas, sueños y proyectos. Salir de deudas sería tan solo el primer paso. Dios quiere que tu corazón esté en el lugar correcto con respecto de él; y él quiere demostrarte su fidelidad. Asegura que estés escuchando a la persona correcta.
Pastor Roberto Ramírez
Siempre leemos los comentarios de cada mensaje. Es un verdadero gozo y un privilegio que Dios nos permita bendecir tantas vidas, aún a la distancia. Compártenos siempre cómo esta palabra ha bendecido tu vida.
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