Creados a Imagen de Dios
Dios obra por medio de nuestras oraciones. Cuando Dios desea hacer algo específico, Él nos motiva a que le pidamos que lo haga.
Dios obra por medio de nuestras oraciones. Cuando Dios desea hacer algo específico, Él nos motiva a que le pidamos que lo haga.
Él sólo actúa de esa manera. En Génesis 20, leemos acerca del primer milagro de sanidad que mencionan las Escrituras. La oración de Abraham resultó en el perdón y la sanidad de toda la familia del líder filisteo, Abimelec. Sin embargo, esto no fue idea de Abraham; esta idea fue de Dios desde un principio. Dios le dijo a Abimelec que le pidiera a Abraham que orara por él para que fuese sanado.
Dios inspiró a Abraham para que orara por Abimelec e incitó a Abimelec a confiar en que la oración de Abraham sería contestada. Todo esto fue planeado por Dios. Al sanar a una familia pagana, Dios se comprometió consigo mismo - Él jamás iba a poder contradecirse. El Señor había revelado quién era Él, y ya no podía dar marcha atrás. Dios se da a conocer por medio de sus obras, y sus obras no contradicen su naturaleza.
Dios no siempre duplica sus obras. Él rara vez se repite a Sí mismo, ya que Él tiene una cantidad infinita de planes y métodos. Dios ha demostrado ser un Dios Sanador, y sanar es algo que Él desea hacer.
Nunca olvide esto: Sus obras muestran el corazón y la naturaleza inmutable de Dios. Él tiene el mismo amor y la misma pasión que siempre ha tenido, y sus obras no pueden ir en contra de su naturaleza.
"Si el mundo ha de ser salvo, las personas tienen que escuchar el Evangelio. Si ellos han de escuchar el Evangelio, entonces alguien debe predicarlo"
Los Deberes Sagrados
Aquello que Dios es, es lo que Él debe hacer. Dios no puede ser quien Él es, y no hacer las cosas que Él representa. Si Él es amor, Él debe amar a las personas. Si Él es el Salvador, Él debe salvar a las personas. Dios debe sanar, porque Él se ha revelado a Sí mismo como el Dios Sanador.
El Evangelio de Juan habla de los deberes de Jesús. Cuando Jesús dijo, "Os es necesario nacer de nuevo" (Juan 3:7), dio a entender que Él mismo lo debía hacer por nosotros. Nosotros no podemos darnos vida a nosotros mismos. Sólo Dios puede hacer algo así. Santiago 1:18 dice, "Él, de su voluntad, nos hizo nacer por la palabra de verdad...". El nuevo nacimiento es el resultado de la Palabra, del Evangelio.
Si el mundo ha de ser salvo, las personas tienen que escuchar el Evangelio. Si ellos han de escuchar el Evangelio, entonces alguien debe predicarlo: "¿Y cómo creerán en aquel de quien no han oído? ¿Y cómo oirán sin haber quien les predique?" (Romanos 10:14).
Las personas necesitan escuchar el Evangelio, y esta necesidad crea un deseo en el corazón de Dios: Él desea que conozcamos el Evangelio. Él sabe que nosotros debemos nacer de nuevo, y no puede quedarse sentado en su trono sin hacer nada. Eso sería algo completamente contrario a su naturaleza. Dios conoce nuestras necesidades y se ha comprometido a cumplir con ellas.
De la misma manera, si nosotros que hemos sido creados a imagen de Dios, conocemos la necesidad que hay en el mundo, tenemos el deber de hacer algo al respecto. El deseo de Dios despierta en nosotros la necesidad de ayudar a los necesitados. Si usted y yo tenemos suficientes alimentos, entonces, no podemos quedarnos sin hacer nada al ver cómo nuestro prójimo muere de hambre. Lo mismo es cierto del alimento espiritual.
Nuestra necesidad espiritual despierta una pasión en el corazón de Dios; y nuestra actitud hacia las demás personas debe ser así también.
Cuando Jesús dijo, "el que no naciere de nuevo, no puede ver el reino de Dios", casi inmediatamente añadió, "así es necesario que el Hijo del Hombre sea levantado..." (Juan 3:14). En ambas ocasiones, Jesús utilizó una palabra que en el griego significa "debe".
Nuestra necesidad se convierte en Su necesidad por satisfacer nuestra necesidad. Jesús vivió con un constante sentido de la perfecta voluntad de Dios. Él debe darnos salvación porque necesitamos ser salvos. En Juan 10:16, Jesús dijo: "También tengo otras ovejas que no son de este redil", ovejas que necesitaban salvación. "Aquéllas también debo traer...".
Esta revelación de Dios se convierte en nuestro fundamento, tanto para la fe como para el evangelismo. El Dios de la Biblia, nuestro Señor Jesucristo, El Inmutable, nunca nos va a fallar. Cuando respondemos a su invitación, nos toma de su mano y lo damos a conocer a un mundo que perece.
Pastor Roberto Ramírez
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