La Alabanza
En la vida aprendemos mucho acerca de la naturaleza, el carácter y el pensamiento de Dios a través de las cosas y las personas que el Señor pone a nuestro alrededor.
Por ejemplo, cuando mi esposa y yo tuvimos el privilegio de ser padres, toda nuestra vida cambió. Creo que mis hijos han sido los mejores maestros que he tenido en la vida. Tantas cosas que uno antes ignoraba, al ser padre de pronto le son reveladas. En una ocasión Cristo les dijo a los discípulos que debían llegar a ser como niños si querían entrar al reino de Dios (Mateo 18.3) y en otra oportunidad dijo a los fariseos: “De la boca de los niños y de los que maman perfeccionaste la alabanza”(Mateo 21.16).
Uno de los mejores ejemplos que he visto de cómo se podría definir la diferencia entre alabanza y adoración, es el que observo todos los días cuando llego a mi casa. Al oír mis hijos que abro la puerta principal, se escucha en toda la casa un resonante: “¡Papá, bravo, llegó papá!” y comienzan a correr de todos lados a abrazarme las piernas, a celebrar, a brincar y gritar sólo por el hecho de que he regresado. Esta es una respuesta natural que sale de su interior como admiración, amor y regocijo, al ver a alguien a quien aman.
"Por muchos años se pensó que la alabanza y la adoración eran lo mismo pero ahora el Señor nos ha ido enseñando que no lo son, y que necesitamos aprender a discernir los momentos que pasamos con Él"
Después de tomarlos en mis brazos y decirles que les amo y me dicen que me quieren y me dan besos, su tono de voz cambia, sus palabras de regocijo se han transformado en palabras de amor e intimidad. Comienzan a decirme: “Papá, cómo te amo, eres el mejor papá de todo el mundo, el más guapo” y todas esas frases que son como música a los oídos de cualquier padre de familia que quiere a sus hijos.
Al llegar nuestro Padre celestial, nuestra reacción natural es de regocijo, festejo y celebración, porque ha llegado alguien a quien amamos, alguien que es para nosotros TODO, pero una vez que nos hemos acercado a Él, y hemos tenido el privilegio de ser tomados en Sus brazos de amor y recibir esas caricias de Su parte, la celebración se cambia en adoración. Ahora es un tiempo donde podemos decirle las cosas íntimas que se encuentran en la profundidad del corazón, y para esto no hay necesidad de mucho ruido, sino al contrario, es necesario hablar suave, tierna y amorosamente, para aprovechar la intimidad de la comunión que disfrutamos con Él en ese momento.
Por muchos años se pensó que la alabanza y la adoración eran lo mismo pero ahora el Señor nos ha ido enseñando que no lo son, y que necesitamos aprender a discernir los momentos que pasamos con Él, para que nuestra relación sea más completa y total. Vez tras vez en la Biblia se nos habla de la diferencia entre las dos cosas. En este capítulo nos dedicaremos a estudiar la alabanza: La reacción festiva ante la llegada de nuestro Señor o de la nuestra ante Él.
Pastor Roberto Ramírez
Tema: La Alabanza
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