BendicionesNo cedas a la tentación de oportunidades que no son de Dios. No vendas tu alma, por un pedazo de pan. En medio de cualquier circunstancia, que se pierda todo, menos tu alma. Le pido a Dios que recibas esta palabra.
En medios de circunstancias difíciles, la decisión más grande que puedes tomar no necesariamente es aquella que cambie tus circunstancias, sino aquella que evite que te pierdas a ti mismo, en medio de tus circunstancias.
En Génesis 3, se nos narra el momento de la desobediencia del hombre. Es interesante que Eva no estaba teniendo ningún problema, ninguna dificultad; no estaba batallando con nada; no había pobreza, enfermedad. Eva estaba viviendo lo que todo ser humano quisiera vivir: Un lugar de complacencia y bienestar, donde no había preocupación alguna. Lo interesante es que unas circunstancias tan buenas como esas no fueron suficientemente buenas para cuidar del interior de Eva. Todo lo que tomó, en un momento de tanto bienestar, fue alguien que la desenfocara, alguien que le hiciera ver algo negativo, algo erróneo. El huerto nunca se echó a perder, pero una mala idea la hizo perderse a ella, dentro de todo el bienestar que tenía. Y aquello que era el lugar de oportunidades se convirtió en el lugar de su miseria.
Toda persona que piensa que, mientras más bien esté, más seguro está, piensa erróneamente. Si piensas que el bienestar externo asegura que tú no tomes malas decisiones, estás en problemas. Dios quiere bendecirte, prosperarte; pero no para que llegues a pensar que es eso lo que te va a proteger y cuidar. Eva no tenía excusa. Eva se descuidó, y un mal pensamiento hizo que se perdiera a sí misma, dentro del propósito de Dios.
No son los problemas los que están amenazando tu vida. No es un cambio en las circunstancias lo que asegura que tú vivas una vida de oportunidades y de victoria; sino que tú conozcas quién es tu Creador, que conozcas el propósito de Dios para tu vida, que vivas apasionado porque le sirves a un Dios que tiene poder, y que tú no vas a permitir que nada ni nadie se lleve lo más importante que él te ha dado: Tu alma.
Lo más importante que Dios les dio a Adán y a Eva fue que los hizo almas vivientes. Lo más grande que Dios hace en tu vida es despertar tu alma, que tú sepas que hay vida, que hay un mañana, que hay posibilidades, que hay un futuro, que hay oportunidades de Dios para ti. Dios despierta tu alma, tu espíritu, tu interior; y la prosperidad que tienes en el exterior, no es más que el reflejo de la prosperidad de tu alma. Si no entiendes esto, corres el peligro de descuidar aquello que ha sido la causa de que tu vida haya sido transformada.
Ante los momentos de crisis, se puede perder cualquier cosa, pero está de ti tomar las firmes determinaciones necesarias para que no se pierda lo más preciado, que es tu alma, tu manera de realmente conectarte con el Dios Todopoderoso. No se trata de salvación; puedes ser una persona salva, con el alma perdida. Puedes un día llegar al cielo, y haberte perdido toda esta vida, porque tu alma estaba perdida, por haber permitido la influencia incorrecta. El mundo quiere poseer tu alma, y busca desenfocarte, para que veas las cosas de una manera diferente a como Dios quiere que tú las veas. Si te dejas llevar, corres el riesgo de perder la pasión; y, si pierdes la pasión, pierdes las oportunidades.
Tanto en Mateo, como en Lucas, vemos el momento en que Jesús es tentado por el enemigo. Todo lo que buscaba el enemigo era un espacio en el alma de Cristo, era hacerle perder el alma. La primera tentación fue que cambiara las piedras en pan. Aquello era una tentación por dos razones: 1. Jesús podía hacerlo; y 2. No porque Jesús tuviera hambre, sino porque hubiese satisfecho su hambre, en la manera en que el enemigo le dijo. En el momento difícil, la tentación es confundir lo que es una oportunidad de Dios, con lo que no lo es; lo que es creer en Dios, en contraste con aceptar perder el alma, por un pedazo de pan. Nadie puede negar el hambre de Jesús. Llevaba cuarenta días allí; y la Biblia nos dice que tuvo hambre. La Biblia es clara en mostrarnos la debilidad de Cristo, en un momento difícil, en el que fue puesto entre la espada y la pared. Tenía hambre, y podía cambiar las piedras en pan, tenía el poder para hacerlo. Aquella era la tentación. Pero, ¿por qué no responder a lo que podía hacer, y cambiar sus circunstancias? Porque quien puso el pensamiento no fue Dios y, por un pedazo de pan, no se vende el alma.
Hay un montón de oportunidades que van a llegar a tu vida, que no son de Dios, sino el intercambio que el mundo quiere hacer, para comprar tu alma. ¡Qué triste cuando cedemos a esa presión! Jesús dijo: No tan solo de pan vivirá el hombre, sino de toda palabra que sale de la boca de Dios. En otras palabras: Yo no vivo por mi cuerpo, sino por la palabra. Lo que alimenta el alma, el interior, es la palabra de Dios.
Estar en momento difíciles lleva a algunos a justificar sus decisiones por las situaciones; pero no puedes vivir de esa manera, si lo que se va a perder son tus pensamientos. Tampoco pienses que un estado de bienestar es lo que va a proteger tu vida. Lo que trae protección es ver las cosas como Dios quiere que tú las veas, es no permitir que el mundo ponga la perspectiva incorrecta, sino que tú aprendas a ser gobernado y dirigido por lo que Dios tiene para tu vida. Cuando eres capaz de hacer esto, toda determinación negativa que el mundo ha hecho en contra tuya, Dios la puede transformar. Dios puede darte quince años más de vida, puede darte esa nueva empresa, ese matrimonio restaurado, puede hacer todas las cosas nuevas. Lo único que no puedes permitir es que se pierda tu alma, tu interior, en medio de las circunstancias que estés viviendo.
Por en orden tu casa, tus pensamientos, tu manera de ver las cosas; y no permitas que nadie te desenfoque de aquello que Dios tiene para ti.
Pastor Roberto Ramírez
Siempre leemos los comentarios de cada mensaje. Es un verdadero gozo y un privilegio que Dios nos permita bendecir tantas vidas, aún a la distancia. Compártenos siempre cómo esta palabra ha bendecido tu vida.