QUE TUS RESULTADOS HABLEN POR TI
QUE TUS RESULTADOS HABLEN POR TI
“18 Los discípulos de Juan le dieron las nuevas de todas estas cosas. Y llamó Juan a dos de sus discípulos, 19 y los envió a Jesús, para preguntarle: ¿Eres tú el que había de venir, o esperaremos a otro? 20 Cuando, pues, los hombres vinieron a él, dijeron: Juan el Bautista nos ha enviado a ti, para preguntarte: ¿Eres tú el que había de venir, o esperaremos a otro? 21 En esa misma hora sanó a muchos de enfermedades y plagas, y de espíritus malos, y a muchos ciegos les dio la vista. 22 Y respondiendo Jesús, les dijo: Id, haced saber a Juan lo que habéis visto y oído: los ciegos ven, los cojos andan, los leprosos son limpiados, los sordos oyen, los muertos son resucitados, y a los pobres es anunciado el evangelio; 23 y bienaventurado es aquel que no halle tropiezo en mí.” Lucas 7:18-23
Juan el Bautista era primo de Jesús, así que aquí vemos un conflicto familiar, de alguien que en un momento dado entendió y creyó quién era Jesús, conoció a Jesús; más allá de ser familia, lo conoció en el espíritu; pero en un momento, sus circunstancias le hicieron cuestionar si Jesús era o no el Hijo de Dios. En tu familia, puede que alguien comparta tu fe, que sea de la misma iglesia y pueda ver en ti un ejemplo; pero puede que llegue un momento donde esa persona cuestione tu testimonio delante de Dios. Esto pasa en el contexto familiar de Jesús. Cuando Juan el Bautista estaba en el vientre de su madre, Elizabeth, y María, embarazada de Jesús, la visita, Juan el Bautista saltó dentro de Elizabeth. Hay teólogos que dicen que es la primera vez que Elizabeth sentía al bebé moverse, así que puede que ella no supiera que estaba embarazada, sino hasta ese momento. A Elizabeth se le estaba hinchando el vientre, pero hinchazón no es lo mismo que crecimiento o vida. Hay gente que está hinchada, pero no quiere decir que haya vida; igual hay iglesias hinchadas, llenas de gente, pero tampoco quiere decir que haya vida.
Lo que María llevaba en su vientre, le dio vida a lo que llevaba Elizabeth dentro; porque lo que Elizabeth llevaba dentro no tenía propósito, si María no aceptaba a Jesús dentro de ella; porque el propósito de Juan el Bautista era abrirle el camino a Cristo. Por eso es que, cuando tú llegas donde ciertas personas, tu espíritu brinca; porque los propósitos se conectan; lo que esa persona lleva dentro, se conecta con lo que tú llevas dentro de ti, y hay una conexión divina, que solo se puede explicar a través del Espíritu.
Más adelante, treinta años después, Juan el Bautista tiene que bautizar a Jesús. Lo ve llegar, y dice: Este es el Hijo del Hombre, el Cordero de Dios, que quita el pecado del mundo. Lo reconoce, lo bautiza, se abren los cielos. Juan, el primo, reconoce el ministerio de Jesús, al punto que le dice que no era digno de bautizarle, que no podría ni desamarrarle una sandalia, pero Jesús le dice que tenía que hacerlo. El mismo Juan el Bautista dijo: Es necesario que yo mengüe, para que tú crezcas. Este es el tipo de relación que tenían. Años después, Juan el Bautista está preso, y su circunstancia le hace cuestionar si Jesús era el Hijo de Dios. Igual pasa con tus familiares; están bien contigo, pero algo pasa en sus vidas, y ahora cuestionan si eres o no cristiano; tú avanzas en la vida, ellos se quedan atrás, y ahora te cuestionan. Y tú tienes que saber cómo trabajar con esto.
Jesús lo que le dice a Juan el Bautista, claramente, es: Mira mis resultados. Tus resultados deben hablar por ti más que tus palabras. Al ser cuestionado, Jesús comenzó a hacer milagros; sanó gente delante de ellos, y les dijo: Vayan y díganle a Juan lo que vieron; miren mis resultados. Tú nunca debes predicar más allá de tus resultados. No puedes decir que vas a hacer de alguien un millonario, si tú todavía no has hecho un millón. José se ganó a Potifar y a Faraón por los resultados. Potifar dice: Yo sé que Jehová está contigo porque todo lo que pongo en tu mano, Dios lo hace prosperar. Los resultados en la vida de José dieron testimonio a su jefe –que era un impío que vivía bajo los dioses de Egipto – acerca de quién era Dios. Entonces, Jesús procuró que sus resultados hablaran de él, más que sus propias palabras. Y en tu familia, los resultados de tu vida de fe, tienen que hablar más fuerte que un sermón. Ante situaciones, tú no puedes reaccionar como ellos reaccionan; ellos tienen que verte en paz, en tranquilidad; porque, si vives como ellos, ¿cómo les hablas de que, lo que tú vives, es real? Tienes que saber que, en un momento dado, puede haber esa controversia, y tus resultados tienen que hablar más fuerte.
23 y bienaventurado es aquel que no halle tropiezo en mí.” Lucas 7:23
En el texto original, esa palabra tropiezo es en realidad escándalo; en inglés, se usa ofensa. Tú te ofendes con alguien cuando te escandalizas por lo que la persona representa, por lo que es, por lo que vive, por lo que hace; es algo tan dramático para ti, que te ofendes, te escandalizas. Hay personas para las que es una ofensa, un escándalo, el que un pastor tenga un auto costoso. Cuando se levanta una ofensa, un escándalo, lo que se logra es una separación. Y el mundo es experto en crear ofensas para eso mismo; para evitar el poder de la conexión. Si logran escandalizarte con alguien o con algo, ahora tú tienes miedo a acercarte, no hay contacto, por lo que no hay relación ni entendimiento ni veracidad.
Cristo estaba claro con esto. Él le dijo a la gente: Juan el Bautista vino y no comía ni bebía, vestía de tal forma, y ustedes decían que estaba endemoniado; y si yo como y bebo y camino con cualquier persona allá afuera, entonces estoy mal; a ustedes no hay forma de complacerlos. El que quiere estar escandalizado, siempre va a buscar una forma de escandalizar y de crear esa histeria. Y es difícil sacar esa ofensa de nuestra mente.
Como creyente, tú tienes que tener claro que tu estilo de vida va a traer escándalo, ofensa a algunas personas. Tus familiares, algunos, se van a ofender, se van a escandalizar con la manera en que vives, en que actúan.
PASTOR ROBERTO RAMIREZ REYES
REPORTE MINISTERIAL
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