Recuperando lo perdido

21.07.2016 07:43

Texto: 1 Samuel 7.1-13

Los filisteos son una tipología de lo que son nuestras luchas espirituales. Hubo momentos donde los israelitas se mezclaron con costumbres idólatras y paganas. Pensaban que Dios estaba con ellos, pero cuando iban a la batalla algo ocurría. El principio de la sabiduría es el temor a Jehová. El temor a Jehová no es el temor al garrotazo, al juicio; sino nace en el corazón que respeta a Dios y que desea honrarlo de todo corazón. Cuando perdemos el temor y nos dejamos distraer, muchas veces pensamos que Dios está con nosotros y no lo está. Dios muchas veces nos deja pelear nuestras batallas, para que uno se de cuenta que algo está fallando y que hemos perdido el temor a Dios. El pueblo de Israel, a causa de su idolatría, perdió el elemento simbólico más sagrado que era el arca. El arca contenía alrededor de esos elementos simbólicos, la gloria, la presencia visible, el peso de su presencia. Los filisteos no entendían nada con respecto a lo que significaba el arca y los filisteos se la llevaron. Por veinte años Israel lamentó haberse equivocado, lamentó su tibieza, lamentó su excesiva confianza en sus capacidades. Habían perdido lo más sagrado que tenían, que era el respaldo de Dios. El arca contenía el maná, las tablas de la ley, los querubines. Para los filisteos era una caja con oro nada más, en cambio para los israelitas era algo muy importante.

Los filisteos se llevaron el arca a un templo de un ídolo llamado Dagón. Quisieron aprisionar la presencia de Dios, la encerraron en una cárcel. Al día siguiente cuando vino el que cuidaba el templo, encontró al ídolo caído delante del arca, sorprendiéndose de que Dagón se había caído. Lo levantaron y lo volvieron a poner en su lugar creyendo que había sido casualidad; pero a la mañana siguiente nuevamente Dagón estaba caído en el piso con sus manos quebradas.

Lo que Dios va a ser en tu vida es tan poderoso. Vendrán problemas, temores y circunstancias en tu vida que querrán levantarse pero caerán humilladas; el enemigo caerá vencido porque no hay poder que pueda enfrentarse a aquel que está bajo la gracia, el amor y la persona de Dios.

No hay nadie que pueda enfrentar a la presencia de Dios reinando en una vida. La fortaleza y la misericordia de Dios es la que realmente hace huir a los enemigos delante de nosotros.

Los ídolos del mundo vienen a enfrentarte, pero tú tienes que saber que dentro de tuyo habita la presencia de Dios. Tú eres la habitación donde la gloria de Dios está, donde la presencia de Dios está, y cuando venga el enemigo va a caer y sus manos van a quebrarse, porque el diablo no tiene parte, ni suerte, ni memoria. No hay plan del enemigo que pueda encerrar y detener el propósito de Dios para nosotros. 

Lo que hace diferente nuestras batallas y nuestra vida es lo que habita dentro nuestro.
Y Cuando conoces a Cristo, te cambia el corazón y la mente. Cuando Samuel se arrepintió y pidió perdón, desde ese día en adelante el Señor permitió que el pueblo de Israel recuperara todo lo que el diablo le robó.
Vienen tiempos de restitución, tiempos donde el Señor te devolverá todo lo que el diablo te robó. 
Lo que pasó en tu vida fue tal vez devastador, has sido lastimado, herido; pero ahora llegó el tiempo de recuperar todo. Has sufrido algunas pérdidas, has pasado algunas batallas, has tenido que derramar muchas lágrimas; pero ha llegado el día de restitución, de recuperar. Recuperarás lo que el diablo te robó en las finanzas, recuperarás la alegría y la felicidad en el hogar. La gloria de Dios quebrantará el poder del enemigo en el barrio, en el trabajo, en la familia.

Mizpa , ese sitio cerca de un río, simbolizaba al pueblo de Israel que por veinte años habían extrañado lo genuino y le había quedado solamente la cáscara, la imagen, el nombre, el testimonio. Lo que hacía de ellos el culto sincero y real donde la gloria de Dios se manifestaba no estaba, les había sido robada. Veinte años de apariencia externa, pero habían olvidado de palpar la presencia, el fuego, la ministración de lo sagrado, de lo genuino de Dios. Pero llegó el día donde el Señor les dio la oportunidad a los israelitas de volver a recibir el arca. Cuando los filisteos devolvieron el arca, los israelitas fueron a Mizpa donde fueron convocados y en ese lugar recibieron el perdón. Hay un lugar donde encuentras en Cristo, en la fe sin fingimiento, un tiempo de liberación. Y ese lugar para el pueblo de Israel fue Mizpa, donde se encontraron con Dios y fueron lavadas sus culpas. Hay muchas personas que no pueden perdonarse y por ende no pueden amarse, no pueden dar amor porque ellos mismos no se aman, no pueden ser felices. Pero Dios te ama y quiere que te aceptes, porque te va a usar, porque no te ha olvidado, porque tiene planes previstos para ti, porque no ha pasado de largo su misericordia.

Si Él todavía tiene un propósito en tu vida, ese propósito está en camino, está en proceso, se está desatando.

Mizpa significaba para ellos un lugar donde no se sintieron más vulnerables, o sea fáciles de vencer, fáciles de engañar.

Hay un día, hay una hora donde tendrás la victoria total en aquello que antes te vencía, en aquello que antes te dominaba, en aquello que era una adicción. El Señor te dice que no serás más adicto a cuestiones pecaminosas, sino serás adicto a mi presencia, adicto a mi espíritu, adicto a la gloria de Dios. Hay un lugar, hay una etapa, hay un sitio, hay una experiencia que tal vez no la podamos definir geográficamente pero si espiritualmente, un lugar donde tus enemigos huirán delante de ti, donde abandonarán el territorio que conquistaron, porque tendrán temor del arca, de la presencia y de la gloria que habita dentro tuyo. Tendrás esa confianza de esperar sin angustia la victoria final de Jesús.  No te desesperes. El Señor dijo: "Estad quietos y conoced que yo soy Dios". El Señor le dijo estad quietos a gente como nosotros que es inquieta, a gente como nosotros que todo lo queremos hacer rápido. Pero en esta etapa espiritual que Dios te lleva a subir no hay ascensor, hay que subir por la escalera, hay que subir despacio; pero llegarás a esa estatura, a ese crecimiento. Los pequeños comienzos, terminarán siendo grandes. Comienza con pequeñas experiencias, pequeñas vivencias, victorias y tu fin será de grande liberación y victoria espiritual. Ese lugar se llama Mizpa. Mizpa es el lugar donde el pueblo de Dios reconoció su profesionalidad, su entrega a las cosas externas, porque se habían olvidado la gloria y por lo tanto la terminaron entregando en manos del enemigo.

Mizpa es el lugar donde Dios echará agua limpia y limpiará tus impurezas, limpiará tu religiosidad, limpiará tu angustia, te visitará otra vez y la gloria de Dios vendrá otra vez y el enemigo como pasó con Dagón caerá.

" El símbolo del arca era una sombra y una imagen de lo que iba a ser la experiencia de caminar con Jesús el Hijo del Dios viviente. Los discípulos caminaron con el arca. El arca no era como en el A.T., una caja recubierta con oro, sino que estaba Jesús, la gloria de Dios invisible, caminando con ellos.

Los discípulos luego de tres años de estar con la gloria, empezaron a contender entre ellos. En vez de contemplar la gloria, de admirar su gloria, de aprender y de acercarse a Él en cada momento, comenzaron a preguntarse quién era el mayor, quién se iba a sentar a la derecha, comenzaron a darle lugar a las cuestiones humanas.

El creyente muchas veces comienza a sacar el foco de atención en el Jesús resucitado, y comienza a poner el foco en cosas humanas: "quiero que me respeten, que me traten bien, me ofendí con éste y con el otro no me hablo, aquel no me saluda" y nuestra mente en vez de estar enfocada en Dios, está mirando cuestiones ajenas, ya sea adentro de la iglesia o fuera de ella.

Los discípulos estaban con Jesús sentados en la mesa, pero dispersos entre ellos porque no le estaban dando la atención debida al Hijo del Dios viviente. Y de repente se escuchó que alguien estaba golpeando la puerta y cuando abrieron la puerta una mujer que antes había sido pecadora entró y quebró un perfume de nardo puro contenido en un frasco de alabastro, derramándolo en sus pies, anticipando su sepultura. Esa mujer es un ejemplo de lo que va a suceder pronto.

Hay una nueva generación de gente que está golpeando la puerta, gente necesitada, gente herida, gente maltratada, que viene a la iglesia no ha ocupar puestos, no para competir a ver quién es mejor que otro, sino que viene para mirar a Jesús como el eterno Salvador y ha darle a Él toda la gloria y la alabanza por lo que Él les ha dado en Cristo. Hay una nueva generación de creyentes que están golpeando la puerta.

Jesús quiere una iglesia que no se distraiga con cuestiones religiones, con críticas. Jesús quiere una iglesia que lo adore, que lo alabe, que derrame el perfume, que se entregue de todo corazón. Este es el llamado divino para ti. No importa cuántas almas tengas, no importa cuántos amigos o enemigos tengas, lo que importa es que no dejes pasar un momento más de tu vida sin darle a Él tu alabanza, tu adoración, tu perfume.

La mujer quebró el frasco. Jesús está esperando gente que se abra y que se abra para siempre.
Ya no te cierres más, rompé el frasco y dale toda tu vida y tu corazón a Jesús.

Tu adoración y tu compromiso es con el Rey de Reyes.

Necesitas el arca. El enemigo no te tiene miedo a ti, el tiene miedo al que está dentro tuyo.

A veces parecemos como la hormiguita que le pidió al elefante que la llevara al otro lado del puente para ahorrar combustible. Cuando el elefante cruzó el puente colgante, el puente se movía de un lugar a otro, parecía que se iba a caer. Y cuando el elefante llegó al final del puente colgante, la hormiguita se bajó por la trompa, lo miró al elefante, se secó la transpiración y dijo: ¡cómo movimos el puente!

Tú eres como la hormiguita, el que hace temblar a tus enemigos delante de ti es Jesús. Los enemigos no huyen delante suyo, huyen por el que vive dentro tuyo.

Hay alguien poderoso dentro tuyo, déjalo que se mueva.

Juan el Bautista dijo: "es necesario que yo mengüe, para que Cristo crezca". El yo nos ha causado muchos problemas. Recuerda "ya no vivo yo, más Cristo vive en mí".

Él quiere que tú seas un instrumento en las manos de Dios con la gloria de Dios. La gloria de Dios es la experiencia de caminar ciento por ciento de acuerdo con Dios.

Aquella persona que vive en santidad es la persona que está de acuerdo con Dios en todo. Aquel que puede decir de todo corazón: "la voluntad de Dios es agradable y es perfecta".

Cuando tú tienes esa vocación de agradar a Dios, entonces es feliz, porque el Señor cumplirá sus propósitos. Tú estás pasando por esas etapas de formación y Dios no se ha olvidado de ti.

El enemigo al que más destino, al que más propósito tiene, más lo ataca.

La persona a la que Dios va a usar en gran manera, el diablo la ha enfrentado toda la vida. 
Aunque parece que estás yendo para atrás, Dios te está guardando.

La historia de José es una historia de un hombre con destino, como la tuya. El pueblo de Dios nació como una familia inicialmente y terminó siendo una gran nación. Por momentos esa familia pasó por circunstancias difíciles y algunos de sus integrantes también, como José.

Por causa de la túnica de colores sus hermanos le tenían envidia, sus hermanos conspiraban contra él, sus hermanos planearon matarlo, sus hermanos lo echaron en un pozo, sus hermanos lo vendieron y fue llevado de esclavo a la tierra de Egipto. Pero la mano de Dios estuvo con él porque José se guardó para Dios una y otra vez; cuando vino la tentación de adulterio aún, él dijo "¡no! porque yo sigo mi destino". 
Ninguno de nosotros pasó lo que tuvo que vivir José. Dios lo está llevando poco a poco, lo está haciendo subir esas escaleras, esas etapas espirituales, hasta llegar a conocer el propósito inmenso de Dios.

Ese propósito inmenso de Dios es que tu vida esté preparada para ser una habitación donde Cristo se pueda glorificar, donde los milagros puedan ocurrir, donde en cada lugar que entres lo que hagas prospere.

Has sido seleccionado por Dios para algo poderoso.
No tengas temor, porque si Dios te seleccionó, Él te va a dar posibilidades, fortaleza y capacidad espiritual para ir soportando cada una de las batallas y de las pruebas. Y al fin del camino, tú mirarás el pasado y dirás: "hasta aquí me ayudó Jehová".

Hasta aquí me ayudó Jehová quiere decir "Dios me dio victorias hasta aquí, me llevó de gloria en gloria, de triunfo en triunfo".

Ha llegado el tiempo donde la gloria de Dios te visite y vas a recuperar. Dios restaurará, Dios devolverá, Dios traerá mucho más: doble honra, en lugar de confusión.

El diablo pensó que te tenía acorralado, pero Dios te sacó del pozo; el diablo pensó que estabas enfermo, pero Dios envió una palabra y te sanó.

Mizpa es el lugar donde recuperamos lo más precioso, la presencia.

Lo que hace que el enemigo tiemble delante de nosotros, es la gloria, es la presencia, es la lealtad, es el hambre por la presencia, por la adoración, por el servicio.

Mizpa es el lugar donde nos bañamos, nos sacamos la mugre, la suciedad espiritual y Dios nos echa agua limpia que nos lava la religiosidad. Algunos son tan religiosos que el diablo los ha neutralizado, los ha adormecido; y lo que antes llamaban pecado, ahora dicen "es una falla de carácter, es un problemita".

Cuando uno pierde la gloria, se neutraliza, el diablo te anestesia tu conciencia; pero en Mizpa la conciencia se limpia otra vez, se lava otra vez. Es el lugar donde ya no venimos a la iglesia a entretenernos, sino a derramar nuestro vaso de alabastro hasta la última gota que queda a Jesús, porque toda la gloria y la honra es para Él.

Nuestra delicia es adorarle, es contemplar la hermosura de su santidad, es un manjar que solamente pueden entender aquellos que han visto la verdad del evangelio.

Los israelitas se apartaron veinte años, pero llegó el día donde el Señor les dijo: "Olviden su pasado y comienzen otra vez".

Mizpa significa "nuestra salvación viene de Dios". Significa la torre donde veo a Dios salvarme, libertarme, venir otra vez.

Hoy en Mizpa él sana tus heridas, él te quita el rótulo de religioso, de profesional de la fe, de aquel que sólo viene a cumplir y te da un nuevo nombre, te permite acercarte a su gloria.

Él te lava, Él te purifica, Él te santifica, el agua fresca de su palabra te lava, la sangre de Cristo te limpia. 
Que puedas ver tu vida dar fruto. El mover del Espíritu Santo quiere avivar el fuego y darte una nueva pasión.

Pastor Roberto Ramírez

Tema: Recuperando lo perdido

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