Tu Satisfacción
Bendiciones
Llénate y comienza a vivir la verdadera experiencia de reconocer que ha sido la mano providente de Dios la que te ha traído hasta donde estás. Recibe esta palabra.
En Éxodo 12, se instituye la Pascua por primera vez en la Biblia, como celebración de la salida del pueblo de Israel de la esclavitud en Egipto. En el Nuevo Testamento, Jesucristo celebra esta fiesta con sus discípulos, pero les dice: Haced esto en memoria de mí; por lo que ya no recordamos meramente la liberación de Israel de la esclavitud de Egipto, sino el sacrificio de Jesús en la cruz del Calvario. Todavía hoy, los judíos celebran la salida de Egipto; nosotros celebramos nuestra entrada al linaje de Abraham, a nuestra fe y a nuestra verdadera relación con nuestro Señor.
Todo esto comenzó con una declaración de Dios, que le dijo a Moisés que fuera donde faraón y le dijera: Deja a mi pueblo ir. Y Dios añadió el motivo por el cual tenían que dejar al pueblo ir: Para que me adoren. Muchos piden ser libres de ciertos faraones y, cuando Dios los liberta, se olvidan para qué Dios los libertó. Dios no te saca de Egipto meramente por libertarte, sino que lo hace para que tú le adores. Dios te puede prosperar, sacarte de deudas; pero no olvides que Él lo hace porque el faraón de las deudas no te permite adorar como tú quieres adorarle. Dios te libera de la depresión, para que tú le adores; pero cuando te liberta, lo que quieres es salir a fiestas; te olvidas del propósito de Dios para liberarte. Nunca permitas que la libertad que Dios te da se convierta en una excusa para no adorarle. El trabajo que Dios te dio no debe ser una excusa para ir a la casa del Señor.
Según la escritura en Éxodo 12, el día diez del mes debían escoger el cordero, y debían hacerlo de acuerdo al comer de cada uno; o sea, no tan solo debían considerar la cantidad de personas, sino el que cada uno quedara satisfecho. Dios quiere que todo el que esté en tu casa, cuando se siente a la mesa y experimente el sacrificio, tenga satisfacción.
Uno de los problemas en los hogares es que hay tanta distanciación que puede haber unos satisfechos, mientras que otros no. Esto lo vemos con Caín y Abel; uno queda satisfecho, mientras que, por su mala actitud, el otro no. De la misma manera, hay familias que terminan hiriéndose entre sí porque no han llegado al punto de entender que lo único que puede satisfacer todas sus necesidades es el Cordero que comen.
Tú no puedes obligar a nadie a ser algo que no quiere ser. No todos tus hijos van a alcanzar el mismo nivel financiero; unos aspiran a unas cosas, y otros a otras. Y eso está bien. Lo que tú tienes que saber es que, no importa en qué nivel tú estés, lo único que trae verdadera satisfacción en el hogar, es cuando todos comen del mismo Cordero; es cuando, dentro de ti, hay suficiente de Jesús, que entonces hay verdadera satisfacción en tu vida.
Estos versos no te hablan solamente de los casados; también te dicen que, si había algún soltero, debía unirse con alguien, tenía que irse a la casa de alguien, tenía que buscar conectarse, todos tenían que estar en familia. Así que, no importando tu estado civil, este mensaje es para ti. Los que están en la casa tienen que estar todos satisfechos, y lo único que llena es comer el Cordero, juntos en la mesa, de manera tal que ninguno tenga más ni menos que el otro, sino que todos estén comiendo del mismo Cordero. Sentados a la mesa, no se debe poder diferenciar quién es quién. Lo único que llena el corazón es que, cuando te sientes a la mesa, coman todos del mismo Cordero, del sacrificio de Cristo.
Algunos querrán avanzar más, y nadie debe cohibirse de todo lo que desea aspirar porque otro no quiera; lo que tenemos que saber es que, cuando nos sentamos a la mesa, todos vamos a comer de lo mismo. Y lo que nos va a llenar no es lo que tenemos afuera, sino lo que comemos a la mesa, en la casa de Dios; esto, tanto para el pobre como para el rico. Como iglesia, tenemos que asegurarnos que todo el mundo coma hasta que se satisfaga.
En las cosas de Dios, tienes que tener claro que lo único que te llena es cuando tú te sientas a comer el Cordero. No importa el éxito que tú tengas fuera, cuando tú llegas a la casa de Dios y te sientas a comer la Palabra, lo que Dios ha hecho por ti, eso debe ser lo que te haga salir de allí satisfecho en tu vida.
Tú debes recordar el sacrificio de Cristo; tú debes impulsarte para echar hacia adelante, pero al final, si Dios no hiciera nada más por ti, ya lo que hizo por ti debe ser más que suficiente para tú darle gloria a Dios. Si Dios no te da un nuevo trabajo, comoquiera, el hecho de que te salvó, te rescató, debería ser suficiente. No es que Él no te vaya a dar el nuevo trabajo, pero cuando tú te sientas en la casa de Dios, lo que te debe satisfacer, lo que te debe llenar es que tú comas de su sacrificio, y el saber que tú tienes derecho a esas promesas por lo que Cristo hizo por ti en la cruz del Calvario, porque Él sacrificó su vida por ti en aquel lugar.
Cuando te sientes a la mesa, come el Cordero completo, llénate y comienza a vivir la verdadera experiencia de reconocer que ha sido la mano providente de Dios la que te ha traído hasta donde estás, la que te ha sacado de donde estabas, y es la que puede verdaderamente traer satisfacción a tu vida. Afuera, tú buscas el éxito; afuera luchas y batallas, pero tú estás satisfecho solo cuando comes el Cordero, cuando comes su Palabra, cuando comes de su sacrificio.
Pastor Roberto Ramírez
Tema: Tu Satisfacción
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