Una de las cosas que más provoca ansiedad es la incertidumbre. Hay cosas que sabemos, cosas que estamos conscientes que las desconocemos, y cosas que ni siquiera imaginamos. ¿Cómo caminar en confianza, seguros, hacia el destino que Dios tiene para nosotros, a pesar de que lo que nos rodea es incierto?
A todos nos gustan las cosas ciertas, nos gusta la certidumbre, pero también sabemos que, si no hay sorpresas la vida, sería muy aburrida. Lo que sucede es que queremos solamente aquellas sorpresas que son agradables porque las que no queremos le llamamos problemas. Cuando un matrimonio cae en la rutina, es un problema; porque, aunque todos queremos certidumbre en nuestra vida, también deseamos espontaneidad.
¿Te gustaría, realmente, saber con exactitud lo que va a pasar en ciertos momentos de tu vida? De primera intención, nuestra mente nos dice que sí. Pensamos que queremos saber el día en que nos vamos a casar y con quién; pero la pregunta es, ¿para qué saberlo? Si supieras, por ejemplo, que luego de ciertos años de matrimonio te vas a divorciar, ¿te casarías? Lo más probable la respuesta sea no. Sin embargo, no sabes si de ese matrimonio tendrías unos hijos maravillosos, de los que te perderías, si no te casaras. Así que, lo que decimos que queremos saber, realmente, no lo queremos saber. Tenemos que entender que hay cosas que no podemos conocer, cosas que no debemos conocer, y cosas que, en algún momento dado, conoceremos, pero que, en todas ellas, Dios va a estar con nosotros.
Jacob siempre luchó por ser el primero y recibir la bendición de su padre, Isaac. Cuando por fin recibe lo que tanto anhelaba, sale huyendo, pues su hermano Esaú lo quería matar por esto. Jacob huye con la incertidumbre de no saber para dónde ir, ni lo que iba a suceder en su vida.
"10 Salió, pues, Jacob de Beerseba, y fue a Harán. 11 Y llegó a un cierto lugar, y durmió allí, porque ya el sol se había puesto; y tomó de las piedras de aquel paraje y puso a su cabecera, y se acostó en aquel lugar." Génesis 28:10-11
Las experiencias de la vida, las decisiones que tomas o que otros han tomado, te llevan a ciertos lugares que no conoces, a ciertos lugares en los que jamás pensabas que estarías. Pero, si no hubieses llegado a ese lugar inesperado, tu vida no hubiera tomado los giros necesarios para encontrarte en la dirección hacia lo que Dios tiene para ti. Quieres llegar a los lugares que has planificado, pero entiende que tu vida es transformada, no cuando llegas a los lugares a los que querías llegar, sino cuando llegas a un cierto lugar, a los lugares donde tú jamás pensaste que ibas a llegar, pero que, cuando llegas allí, ves los cielos abiertos y tienes un encuentro con Dios, un encuentro divino que cambia tu vida para siempre.
Cuando alguien te cuenta el final de una película, te molestas, y ya no quieres pagar por verla porque lo que hace interesante una película es que te den un final que tú no te esperas. Las series de televisión más exitosas son aquellas que te dan suficiente información para mantenerte a la expectativa, pero no te la dan toda, para que, cuando llegue el final, quedes sorprendido. Y así es nuestra vida; queremos vivir en certidumbre, para no pasar por la ansiedad que provoca la incertidumbre. Pero, cuando aprendemos a depender del Escritor por excelencia de nuestras vidas, cuando aprendemos a confiar en el Dios Todopoderoso, vivimos seguros, aunque no conozcamos con exactitud para dónde nos va a llevar, porque confiamos que será un mejor lugar.
Científicamente hablando, solo podemos saber una de dos cosas acerca de una onda; o sabemos dónde comienza, o sabemos para dónde va, pero no podemos saber las dos cosas. Eso es incertidumbre: Saber dónde está algo, pero que ese hecho de saber dónde está, limita tu mente de saber hacia dónde se dirige, porque tu mente está llena del conocimiento de dónde está; y viceversa, cuando sabes para dónde va algo, no sabes en dónde está, porque el conocimiento de para dónde va llena tu mente. Eso quiere decir que hay dos incertidumbres: Cuando vas para un lugar, no sabes dónde estás; eso es incierto; y, cuando sabes dónde estás, no sabes para dónde vas; eso es incertidumbre. Y tú tienes que escoger qué tú prefieres saber: Dónde estás, o para dónde vas. Lo grande es que, nuestra mente sea limitada, pero el Dios al que le sirves sabe dónde estás y para dónde vas; y tu confianza está en que él sabe.
Hay momentos en la vida que requieren que sepas dónde estás; pero, luego de saber dónde estás, tienes que arriesgarte a irte a un cierto lugar, dejando el lugar donde estás, sabiendo que, tan pronto comiences a caminar, lo que tenías seguro ahora es incierto; pero, para robarte la segunda base, en un juego de pelota, tienes que sacar el pie de la primera. Puedes decidir quedarte seguro en la primera base, pero nadie gana un juego desde la primera base. Y, cuando estás en medio de primera y segunda base, ambas bases son inciertas, pero sabes que vas para algún lugar. La meta es llegar a segunda base y, una vez allí, tienes que saber dónde estás, y posicionarte para saber si te conviene correr nuevamente, esta vez, haciendo incierta la posición que alcanzaste en segunda, pero te tienes que mover.
Tienes que aprender a vivir y disfrutar cada momento incierto de tu vida, sabiendo que el Dios Todopoderoso está contigo de camino a primera base, a segunda base, y a todas las bases. El Dios que te hizo batear, es el que ha prometido llevarte hasta que completes la carrera, hasta darte la victoria. Aunque no sepas todo lo que va a pasar, sabes cuál es el referí que se encarga de las reglas del juego, y él ha prometido darte la victoria.
Pastor Roberto Ramírez