Un Momento Divino
BendicionesTodos pasamos momentos de oscuridad, tiempos en los que nadie nos ve; pero llega el momento en que Dios nos expone. Dios nos hizo luz para que brillemos, para que el mundo nos vea, para mostrar su gloria. Recibe esta palabra.
Jesús, luego de declarar las bienaventuranzas, habla a sus discípulos y les dice que son la luz del mundo y una ciudad asentada. Nuestro Señor utilizó estas comparaciones para demostrar lo importante de la exposición. Una ciudad asentada no se puede esconder; y nadie enciende una luz para esconderla.
Y Jesús dice que la manera en que somos expuestos al mundo es a través de nuestras buenas obras, y que es para que la gente le dé gloria a Dios. La luz y la ciudad asentada se van a ver a través las buenas obras. Esa palabra buenas se refiere a excelencia. La excelencia en nuestras obras muestra la gloria de Dios. Un matrimonio excelente muestra la gloria de Dios; unos hijos excelentes, una iglesia de excelencia muestran la gloria de Dios. No es ayudar por ayudar, sino hacerlo con excelencia. Todo lo que hacemos demuestra el Dios al que servimos. Lo que hacemos no es meramente por hacerlo, sino para exhibir la gloria de Dios, por lo que debemos hacerlo con excelencia.
La fe cristiana no es para estar escondida. No fuimos hechos para estar en lo oculto. Llega un punto donde tú ya no te puedes esconder. Dice la Biblia, acerca de nuestro Señor Jesucristo: 24 Levantándose de allí, se fue a la región de Tiro y de Sidón; y entrando en una casa, no quiso que nadie lo supiese; pero no pudo esconderse. (Marcos 7:24) Una mujer griega, sirofenicia, cuya hija tenía un espíritu inmundo, oyó de Jesús, y fue hasta aquel lugar y se postró a sus pies. Aquella mujer hizo que Jesús saliera del lugar donde quiso esconderse, porque llega un momento en tu vida como cristiano, donde realmente tú no te vas a poder esconder; llega un momento donde Dios te expone de manera que, dondequiera que tú vayas, la gente va a saber que tú eres creyente.
Pedro, aun tratando de negar a Cristo, hablaba como Cristo; la gente le decía: Hablas como él, eres uno de ellos. Puedes tratar de esconderte, pero el cristiano habla diferente, ve las cosas de manera diferente, piensa diferente, y no te queda más remedio que identificarte como creyente porque, cada vez que Dios te lleva a un lugar es para exponerte.
Todos pasamos por momentos de oscuridad. Aun el mismo Cristo, vivió treinta años de los que no sabemos; no sabemos dónde estaba, Dios lo tuvo en lo oculto. Vemos a Jesús cuando nace, sabemos de él antes de nacer; vemos cuando es llevado al templo por primera vez, y lo vemos dos años después, cuando los reyes van a adorarle; lo vemos a los doce años, cuando va al templo; pero desde ahí, no sabemos más nada, sino hasta que tiene ya treinta años, cuando Juan el Bautista lo reconoce como el Cordero, el Hijo de Dios, y lo bautiza. En aquel momento, no tan solo Juan lo reconoce, sino que Dios lo reconoce en público. Todos pasamos momentos de oscuridad, donde estamos escondidos porque, un día, en público, Dios nos quiere reconocer.
Dios quiere que trabajemos en lo oculto, cosas que él no quiere que se vean en público, porque hay un día que él te va a señalar delante de todo el mundo, para que tú seas la luz, la dirección de aquellos que están a tu alrededor.
Lo que sucede es que no queremos esos momentos de oscuridad, porque no los entendemos. David, antes del reinado, estuvo en cuevas, estuvo detrás de las ovejas, estuvo en lo oculto. Moisés estuvo cuarenta años escondido. Por cuarenta años, debe haber pensado: Lo dañé; Dios quería hacer algo conmigo, y mira donde estoy metido; Dios ya no va a contar conmigo para nada. José vivió momentos de gloria; faraón le puso una túnica blanca, y le dijo a todo el mundo que se arrodillase delante de él; pero ese fue el joven que estuvo en una cisterna, escondido, solo, oculto, y que fue vendido como esclavo.
Los más grandes hombres y mujeres de Dios, a través de la historia, han vivido momentos de oscuridad, donde nadie sabe de ellos. Hoy día, la gente quiere ser descubierta; pero, tristemente, la iglesia desea esconderse. No entendemos nuestros momentos de oscuridad, porque son momentos frustrantes, difíciles; son momentos en que estamos en lugares donde no cabemos. Moisés no fue hecho para esconderse el desierto; era imposible que Dios hiciera que un hombre estudiara cinco idiomas, y permaneciera huyendo en el desierto. Era imposible que Dios le diera un sueño tan grande a José, y estuviera escondido por tanto tiempo. Era imposible que Dios hubiera ungido a David, para mantenerlo en una cueva, escondido. De la misma manera, es imposible que tú pases toda tu vida en lo oculto.
Dios tiene algo grande para ti; la pregunta es si tú eres capaz de mantener tu corazón y tu mente en el lugar correcto durante el tiempo de oscuridad, hasta el día en que Dios te llame, te saque. Porque el día va a llegar. Va a venir un momento divino. Puede que sea un Goliat, una grande victoria; como puede ser que faraón reconozca que hay algo grande en tu vida. Pero va a llegar un día en que Dios te va a decir: Se acabó esto de estar en lo oculto; Yo no te hice y te creé para estar en lo oculto, para que nadie te viera; no he guardado tu vida para esto. Pero no eres tú quien determinas ese momento, sino Dios. Y tú tienes que esperar que sea él quien te llame, quien te saque y te lleve a alcanzar todo lo que él tiene preparado para ti.
Pastor Roberto Ramírez
Siempre leemos los comentarios de cada mensaje. Es un verdadero gozo y un privilegio que Dios nos permita bendecir tantas vidas, aún a la distancia. Compártenos siempre cómo esta palabra ha bendecido tu vida.
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