UNA GARANTÍA DE VIDA
UNA GARANTÍA DE VIDA
Es curioso que todo esto que estamos viviendo sea precisamente en un tiempo de Pascua. La Pascua original no se vivió en un tiempo de cuarentena como tal, pero sí en uno de encierro. El Señor le pidió al pueblo de Israel que entrara en sus casas, que pusieran la sangre en el dintel de la puerta y que se encerraran, pero que lo hicieran con una expectativa.
Tú te tienes que encerrar, pero con expectativa de algo grande, con expectativa de tu salida, expectativa de que la sangre de Cristo te cubre, y cuando salgas será hacia tu nuevo futuro de gloria y de bendición. Y esa debe ser tu esperanza hoy.
En los tiempos bíblicos, también hubo crisis. Y hoy, alrededor de todo el mundo, muchos estamos pasando por la misma situación. Muchos no podemos salir de nuestras casas con la libertad que solemos, por causa de las restricciones impuestas por nuestros gobiernos, por motivo de la pandemia del coronavirus. En los tiempos bíblicos, también había tiempos así; tiempos de recogimiento, de estar en las casas, tiempos donde no se podía salir. Lo vemos a través de las escrituras, y es irónico que hoy estemos nosotros también tantos años después, viviendo situaciones similares.
En el momento donde nuestro Señor Jesucristo va a tener su última cena con sus discípulos, hace una curiosa aclaración.
“15 Y les dijo: ¡Cuánto he deseado comer con vosotros esta pascua antes que padezca! 16 Porque os digo que no la comeré más, hasta que se cumpla en el reino de Dios. 17 Y habiendo tomado la copa, dio gracias, y dijo: Tomad esto, y repartidlo entre vosotros; 18 porque os digo que no beberé más del fruto de la vid, hasta que el reino de Dios venga. 19 Y tomó el pan y dio gracias, y lo partió y les dio, diciendo: Esto es mi cuerpo, que por vosotros es dado; haced esto en memoria de mí.” Lucas 22:16-19
La fiesta de la Pascua se celebraba para recordar cuando el pueblo de Israel salió de Egipto, cuando fueron libertados, luego de un tiempo de encierro. El pueblo se encerró, pusieron sangre en el dintel de sus puertas y esperaron la salida gloriosa que Dios les daría, tuvieron expectativa mientras estaban protegidos. Y luego, cada año, celebraban la Pascua, recordando: Dios nos libró de aquello. Pero ahora, cuando nuestro Señor Jesucristo va a morir, él dice: Ya no van a recordar eso; cuando hagan la Pascua, ya no van a recordar el momento donde cientos de años atrás fueron libertados físicamente del pueblo de Egipto; lo que van a recordar es mi sacrificio; van a recordar mi sufrimiento, mi dolor, mi victoria; van a recordar que hice esto por ustedes, que les abrí camino durante esta temporada. Hoy es el día de hacer memoria del sacrificio de nuestro Señor Jesucristo.
En el tiempo del Éxodo, el pueblo de Israel no sufrió el dolor, sino que disfrutó la victoria. En el tiempo de nuestro Señor Jesucristo, él fue el sacrificio, él sintió el dolor, experimentó la angustia para que tú recuerdes su sacrificio y, a través de esa memoria, puedas celebrar tu victoria, tu salida, tu paz, tu descanso, por causa de que él hizo la obra en la cruz del Calvario.
Cuando hablamos de sacrificio, tenemos que tener consciencia de lo que estamos hablando. Cristo murió en la cruz como si hubiese sido un criminal, de la manera más vergonzosa y dolorosa; la muerte de cruz era maldición, un tipo de muerte diseñado para causarle el mayor dolor a aquel que fuera acusado y sentenciado a ella. Y si nos enfocáramos solo en esto, pensaríamos que no tenemos nada que celebrar; al contrario, sería un día de tristeza, de estar compungidos; pero para nosotros, los que servimos a nuestro Señor Jesucristo, aunque haya sido la más vergonzosa y dolorosa, la más vil, la realidad es que para nosotros representa algo totalmente diferente. Para nosotros no representa esclavitud, sino libertad; aunque para el mundo deba representar derrota, tú puedes celebrar victoria.
Muchos toman este tiempo para recordar el dolor, la vía dolorosa de nuestro Señor Jesucristo; pero él no dijo “hagan esto en memoria de mí” para que recordemos su dolor, sino para que tú recuerdes que él dijo que se iba a levantar al tercer día, que recuerdes su victoria y recuerdes por qué lo hizo, no para provocar dolor. La memoria que Jesús quiere en ti no es una de dolor, sino una de poder y expectativa de victoria.
Por supuesto, no podemos perder de vista el significado del cuerpo de Cristo y la sangre de Cristo. El cuerpo de Cristo representa su sufrimiento y sacrificio por tu salud; la Biblia dice: Mas él herido fue por nuestras rebeliones, molido por nuestros pecados, el castigo de nuestra paz fue sobre él, y por su llaga fuimos nosotros curados. El cuerpo de Cristo representa nuestra capacidad de tener fe en nuestra sanidad física. La libertad de nuestros pecados, la libertad de nuestra alma, de nuestra mente, la podemos obtener a través de la sangre de Cristo. Esas dos cosas son las que él quiere que tú recuerdes hoy, y que te llenes de expectativa de lo que Él va a hacer contigo en el día de mañana.
Hay muchas teorías acerca del origen del coronavirus. No conocemos las verdaderas razones, pero sí sabemos que el enemigo puede querer utilizar esto para querer cerrar las puertas de la iglesia. Y el virus puede haber cerrado las puertas de la iglesia, y ha detenido muchas cosas en todo el mundo, pero no ha detenido a la iglesia de predicar el Evangelio. El enemigo siempre ha intentado detener el Evangelio, pero siempre algo le sale mal, y esta ocasión no es la excepción. Quiso atentar contra nuestra salud, contra nuestro bienestar, pero lo hizo en el peor momento porque estamos precisamente en el momento donde todos recordamos el sacrificio de Cristo en la cruz del Calvario. Cuando hay una amenaza para la salud de todos, hay un recordatorio en la cruz de que el cuerpo de Cristo fue sacrificado por la salud de cada uno de sus hijos. Una vez más, el enemigo comete la torpeza de no entender el poder de nuestro Señor Jesucristo, de su palabra y su sacrificio en nuestras vidas. Las noticias anuncian amenaza de muerte para ti, pero hoy te recordamos el sacrificio de Cristo en la cruz, que no es una amenaza de muerte, sino que por su muerte hoy tú puedes disfrutar de la vida, y una garantía de vida guardada en él.
Pastor Roberto Ramírez Reyes
REPORTE MINISTERIAL
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