Una Vida Apasionada
Si quieres entrar a las nuevas oportunidades de Dios para tu vida, es vital que demuestres pasión. El problema es que, a través de la historia, el término pasión ha sido confundido, malinterpretado. Por lo general, la gente que busca su pasión lo hace intentando perseguir lo que aman y lo que ellos entienden les llevará a una vida próspera. El problema es que esto no es verdad; si analizas y miras a tu alrededor, lo que te apasiona y apasiona a otros, es aquello que haces y que demuestra tener resultados. Son los resultados los que te apasionan a seguir.
La pasión no viene de encontrar aquello que te guste tanto como para decir: "¡Wow! ¡Esto es lo que voy a hacer!" La verdadera pasión viene de persistir en el lugar donde Dios te puso y ver los resultados de lo que has hecho y alcanzado. Muchos buscan sentir un gozo extremo, levantarse con fuerzas todos los días y disfrutar su trabajo a diario. Buscan oportunidades, pero quieren primero encontrar algo que les motive, que les inspire a seguir todos los días, pero no es así. Aun quienes encuentran aquello que trae resultados a su vida, lo que les apasiona, tienen días donde pierden la motivación y viene el desánimo. Por esto, es importante creerle a Dios por nuevas oportunidades, y permanecer en ellas, aunque, de primera instancia, no creas que son para ti.
Por mucho tiempo se enseñó que se debes seguir lo que te apasiona para prosperar, y esto es incorrecto. Gracias a este tipo de pensamiento, se ha comprobado que la gente se hace inestable y tiene menos satisfacción laboral, porque se enfocan en la búsqueda de la pasión, en vez de ser apasionados.
La pasión viene de una decisión interna de tú decir: Voy a alcanzar lo que Dios quiere para mi vida. La verdadera pasión nunca llega a tu vida a través de la alegría. La persona apasionada sufre y vive una vida con dolor. Por ejemplo, cuando se habla de la pasión de Cristo, no se está hablando de los milagros y prodigios que Cristo hizo en la tierra, sino de todo lo que sufrió para cumplir aquello a lo que fue llamado, el propósito que Dios tenía para su vida. Se conoce como la pasión de Cristo porque él hizo lo que tenía que hacer, sabiendo y no importando todo lo que sufriría para obtener el resultado que buscaba, para cumplir su propósito. Eso es la verdadera pasión.
1ra de Corintios 12 habla de los dones que el espíritu da, según su voluntad, y cómo cada uno de esos dones tiene una función que forma parte de un mismo organismo. Pablo hace una comparación, diciendo que cada parte del cuerpo tiene su propia función y que en conjunto forman parte de un solo cuerpo. El espíritu ha puesto unas capacidades en ti, que no le ha dado a ningún otro. Estas capacidades no son menores que las capacidades que le dio a otro. Aunque, hoy, la gente quiera hacer ver que, por ejemplo, tener un título de apóstol te pone por encima del pastor o del maestro, en jerarquía, esto no es cierto. Según 1ra de Corintios 12, toda habilidad y don repartido a cada persona, tiene el propósito de formar parte y cumplir una meta mayor que la de llegar a posiciones dentro de la iglesia. Estas habilidades y dones son la llave para vivir apasionado.
Así que entiende que la verdadera pasión no está en aquello que aún no has encontrado, en la eterna búsqueda de desempeñarte en algo que amas. La pasión la encontrarás en la oportunidad de desempeñar el don que Dios ya te dio, en el lugar en el que Dios te posicionó, y provocar resultados. Cuando descubres aquello en lo que eres bueno y tienes habilidad, cuando descubres tu don, descubrirás también tu pasión, porque te traerá buenos resultados para glorificar a Dios y la satisfacción que ninguna otra cosa puede lograr. Cuando ves los resultados que esto trae, cada mañana te levantarás con la pasión de activar lo que Dios ha depositado en ti.
Por esto, no se trata de tener pasión, sino de tener una vida apasionada. Y, para lograrlo, hay que saber y aceptar los dones, talentos y habilidades que Dios ha puesto en ti. Es necesario que conozcas, aceptes, celebres y admires estos talentos. No dejes que nada ni nadie menosprecie el don que hay en ti.
Muchos viven frustrados pensando qué será lo que los apasionará. Viven frustrados pensando cuál puerta de oportunidades se abrirá; no sabiendo que las oportunidades de Dios llegan cuando haces, no lo que amas, sino la voluntad de Dios en tu vida.
¿Quieres oportunidades? Necesitas ser apasionado. Para esto, tienes que amarte y aceptar el don que Dios puso en ti.
Pastor Roberto Ramírez
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